La Sostenibilidad es hoy una palabra de moda, solo tenemos que comprobarlo en nuestro día a día. Prensa, radio, televisión, redes… cualquier medio es válido para meter en el saco de la sostenibilidad cualquier cosa. Todo y todos tienen y quieren ser sostenibles. Europa juega un papel importante en estos momentos, es más este viejo continente que quedó fuera de los puestos de honor en la batalla tecnológica y digital parece que ha decidido liderar la transformación hacia un modelo económico sostenible basado en la lucha contra el cambio climático. Dos motivos justifican este liderazgo; primero porque la sostenibilidad se va a convertir en su motor de crecimiento y segundo porque ésta se planea como una política transversal, con impacto en todas las demás, y no como una iniciativa aislada.
Mirando hacia atrás creo que hay un momento clave y que sirve como punto de inflexión para toda esta vorágine; 2015 y la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. A partir de este momento Europa ha empezado a liderar en materia de sostenibilidad con una multitud de leyes y propuestas con el fin de mejorar los ámbitos económicos, sociales y ambientales. La Ley Europea del Clima es un claro ejemplo de la lucha contra el cambio climático, el objetivo de alcanzar las cero emisiones netas en 2050 convertirán a Europa en el primer continente climáticamente neutro. Para ello será necesario trasformar de forma notable el modelo productivo actual, prácticamente todos los sectores se verán afectados, pero el financiero será trascendental ya que sus recursos serán imprescindibles para todos estos cambios.
El Plan de Recuperación para Europa (Nextgeneration EU) junto con el Marco Financiero Plurianual (MFP) 2021-2027 serán el mayor paquete de estímulo jamás financiado por la UE. El objetivo es ayudar a reconstruir una Europa post COVID-19 más ecológica, digital y resiliente. Prácticamente todas las políticas europeas destinarán parte de sus presupuestos a fines medioambientales ratificando de esta forma su objetivo. La avalancha regulatoria en materia de sostenibilidad es de tal magnitud que va a provocar un cambio sistémico en la forma de gestionar las empresas europeas. Podemos dividir en tres bloques los avances que se proponen,
- Ámbito ambiental. Si el Green Deal (Pacto Verde Europeo) de 2019 marca los objetivos de transformación ecológica para Europa, la Taxonomía Europea (EUT) marcará el futuro, ya que reorienta los flujos de inversión privada hacia actividades sostenibles. En este ámbito Europa tiene multitud de propuestas en forma de planes de acción, pactos, guías, reglamentos, estrategias, informes, etc. que vienen a sumar para logar el cumplimiento de los objetivos mencionados.
- Ámbito Social. Existe un mandato a la Comisión para desarrollar una legislación que obligue a las empresas a detectar, prevenir y reducir los efectos adversos en los derechos humanos, el medio ambiente o la buena gobernanza. Se introduce la responsabilidad para las empresas matrices por los daños producidos por sus subsidiarias y un mejor acceso para las víctimas de todo el mundo por acciones de empresas europeas, o que actúen en Europa, que se hayan producido fuera de la Unión Europea (UE). Hay propuestas de todo tipo, directrices, dictámenes, planes de acción, reglamentos, etc.
- Ámbito de Gobierno Corporativo. Aquí el gran cambio es la proposición de la Comisión sobre Corporate Sustainability Reporting Directive (CSRD) que modifica la Directiva 2014/95 y los requerimientos relativos al Non Financial Reporting (NFRD). Esta propuesta destaca básicamente por tres aspectos: Ya no se hablará más de información “No Financiera” sino de “Informes de Sostenibilidad Corporativa”. Se requerirá a las empresas para que etiqueten digitalmente la información reportada, para que pueda leerse por máquina y se alimente en un punto de acceso único europeo. Y en tercer lugar se buscará unificar la comparabilidad de los datos gracias a los trabajos del Economic and Financial Affairs Council (EFRAG). Todo esto mediante reglamentos, iniciativas, proyectos de ley, directivas, directrices, etc.
Las propuestas son tantas que necesitaremos tiempo para asimilarlas y ponerlas en práctica, pero de lo que no cabe ninguna duda es que Europa ha decidido dar un paso adelante en el camino de la sostenibilidad y que estas iniciativas la convierten en el líder mundial que debe arrastrar al resto para conseguir un mundo mucho más sostenible y ecológico manteniendo la productividad y la igualdad social.
Si entramos más al detalle vemos que para las empresas se avecinan cambios importantes, pasar de la NFRD a la CSRD supondrá que más de 50.000 empresas deberán seguir unas normas concretas de información sobre sostenibilidad frente a las 11.000 que hoy deben hacerlo. También se aplicará un doble enfoque de materialidad, se informará de los asuntos de sostenibilidad que afectan a la empresa pero también sobre los impactos externos de las actividades de la empresa que afecten a las personas y el medio ambiente. Será necesario garantizar la información de la sostenibilidad, probablemente por auditores diferentes a los que garantizan la información financiera. Al mismo tiempo será necesario adaptar la proporcionalidad para que las pequeñas y medianas empresas, pymes, puedan manifestar también en sus informes el mismo grado de compromiso que las grandes empresas sin que les represente un aumento de costes exagerado.
Hace años que considero que el único camino para un futuro mejor pasa por ser más sostenibles, esto requiere de normativas y controles que con el paso del tiempo deberían convertirse en prácticas plenamente automatizadas. Corresponde a las Administraciones tomar la iniciativa pero también a las empresas y a las personas, creo que todos somos responsables de la adopción de conductas que nos conduzcan a otros niveles de sostenibilidad. Los Estados son los que están llevando el timón, y Europa está haciendo muy bien su papel, pero al final son las personas las que con su voluntad y actitud consiguen el éxito o el fracaso de la mayoría de proyectos. Aún nos queda por ver hasta que punto intervendrá la Administración en este nuevo escenario, hoy por hoy nos parecen inviables una serie de prácticas que posiblemente en un futuro próximo serán plenamente aceptadas, a modo de ejemplo
- ¿Es posible llegar a penalizar a una empresa por una cuestión no financiera?
- ¿La búsqueda de financiación de una empresa puede quedar supeditada a demostrar su desempeño ambiental?
- ¿Se podría imputar a un Consejo de Administración por no controlar o supervisar aspectos No Financieros?
- ¿Será obligatoria para todos, empresas de todos los tamaños, este nuevo tipo de auditoría a corto plazo?
- ¿Sería posible imputar a cargos directivos por cuestiones no financieras en cuestiones como políticas de igualdad, medio ambientales, etc.?
Son muchas las preguntas y poco a poco las tendremos que ir respondiendo aunque en mi opinión lo más importante ya está en marcha y bien estructurado, en pocos años tendremos un nuevo marco con unas nuevas reglas y con un claro objetivo, aprovechemos esta oportunidad única y hagamos que estos cambios sean una herencia para las generaciones futuras, que encuentren un entorno más sostenible, saludable y ecológico en el que vivir.